martes, 2 de octubre de 2007

Septiembre

No, no hablo ni de la cancion de "Earth, wind and fire" ni de la peli de Woody Alen. Es el septiembre del año que corre el objeto de mis turbaciones. Aterrizo de nuevo en la city. Mis primeros pasos me encaminan hacia una rotonda maldita horadada por bulldozers. La llaman "rotonda de la ciudadania". Aunque contemplando el colapaso que diariamente genera, tal nombre se queda en una mera declaración de intenciones. Ya sabéis: el mal guión de la "Expo" así lo exige. La obra, el atasco, el caos como penitencias ante el extasis paroxístico que nos espera en 2008. Ojeo la prensa del día. En la portada de uno de esos diarios leo que parte de los presupuestos destinados al equipamiento de los barrios ha sido detraída para sufragar los imprevistos de la "expo" y de las fiestas del pilar. A eso le llamo equidad social. Cruzo el puente de Piedra. Contemplo espectadores extasiados antes las capacidades técnicas de unas máquinas que dragan el Ebro para hacerlo navegable. Ya conocemos la admiración que provocan la trasformación y el sometimiento de la naturaleza por parte del hombre. Ningún gesto que preludie inconformidad se dibuja en sus rostros. "Todo está bien si es por el bien de la ciudad" grita al unísono el personal "aunque sea a costa de cargarse el río" apostillo yo. Decía Belloch no hace mucho tiempo que Zaragoza vivía de espaldas al río, pero ¿es esta la forma de redimirnos de tanto desdén, de hacerle el caso que hasta ahora le hemos escatimado? Maldita la hora en la que el Ebro se convirtió en víctima de nuestros afectos. A eso le llamo irracionalidad ambiental. Sigo leyendo la prensa. Tres políticos de verbo contundente esgrimen sendas banderas, diferentes todas, y las utilizan como arietes. La legitimidad y prevalencia de cada una de ellas sobre las demás está en juego. A eso le llamo fetichismo inútil y pernicioso. Varias páginas más adelante un osado columnista, nada temeroso a naufragar en las procelosas aguas del ridículo, afirma que para que la derecha se sacuda sus complejos no tendría mas que establecer su teórico árbol genealógico y explicar que poco tubo que ver con los movimientos totalitarios que la ingrata historia le ha asignado (léase fascismo y nazismo), y que mas bien fueron tétricos personajes rebotados de la izquierda los responsables de semejantes iniquidades políticas. Y se queda tan ancho. Ni que Franco hubiese militado en el movimiento anarcosindicalista antes de que un arrebato freudiano le llevase a implantar una dictadura más de derechas que la mano con la que escribo esto. A eso le llamo ignorancia calculada y manipuladora. Silencio, medito. Llegado el día de la extinción de las palabras, mi boca sólo se abrirá para balbucir que la supuesta regeneración que supone el estío veraniego no es tal. Que nada mejora ante su supuesta capacidad aséptica. El panorama que antes nos observaba, ahora nos amenaza. Y para más inri es septiembre.

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