viernes, 12 de junio de 2009

AC/DC y la eterna juventud (unos videos)

A estas alturas ya esta saturado el youtube con vídeos de los conciertos de AC/DC a lo largo y ancho de este mundo.
Pero quiero mostraros un par de vídeos, principalmente por que los grabo mi amigo el gafas, en los que se puede apreciar el infierno que se desato con los primeros acordes de Rock n' Roll Train y como el viejuno Angus es capaz de emocionar a miles de personas, hay que ser muy grande para poder conseguir esto.




miércoles, 10 de junio de 2009

AC/DC y la eterna juventud

Como la revelación divina para el católico. Como el amor correspondido. Como saciar el estómago cuando éste se queja. Así de placentero y excitante fue ver a los AC/DC el domingo pasado en Barcelona. Parece que llegada una edad, el mundo te obliga a cambiar, a evolucionar tus gustos, costumbres y actitudes y adaptarlos a las “exigencias” de tu DNI. Se cree que cumplidos ciertos años, uno ha de tirar por la borda todo el acervo estético, cultural e incluso ideológico y sustituirlo por otro más “cabal y propio de adultos”. Pero escuchar a estos cinco tipos, no sólo no me llevó a reconsiderar mis gustos y esa patria llamada adolescencia, sino que renovó mi fe en las apetencias que he cultivado desde crío. Decían los AC/DC que cuando empezaron eran unos chavales de 17 años que hacían música para chavales de 17 años. Ahora que tienen 60 hacen lo mismo y eso lo que busco en ellos: rock and roll de sencillo andamiaje y riffs reconocibles hasta por el último Yanomami amazónico.

A las diez de la noche comenzaba la liturgia rockera. En ella se dieron todos los aditamentos necesarios para recrear el “mundo AC/DC”: continuas referencias a las chicas, al sexo y al lado oscuro de su particular y hedonista infierno; la campana del “Hell bells”, la muñeca hinchable en “Whole lotta Rossie” y la locomotora que emerge de detrás del escenario del “Rock and roll train”. El enjuto y liviano Angus comenzó el show un pelín contenido, dejando entrever únicamente un leve cabeceo que en nada se parecía al arrebato de furia con el que nos obsequió en la segunda mitad del concierto. Sus poses, la sonrisa lasciva de adolescente pillín, cabroncete y un tanto anarka, el traje de colegial que progresivamente fue quitándose hasta el Streep-tease de rigor, las continuas idas y venidas por el provocador, la imposible coexistencia de sus espasmódicos movimientos y su precisión quirúrgica a la hora de convertir su Gibson SG en una mortífera arma de precisión musical. Todo un espectáculo el del hombre que aglutina las esencias y la imagen del grupo. Brian Johnson: sobrio y correcto, con su gorrilla que se ajustaba constantemente como tic más reconocible. Difícil tarea la de este tipo que en su momento tuvo que sustituir al llorado Bon Scott y que sin duda ha sabido desarrollar e imponer su propia imagen y personalidad. Alguien entre el público comentó que en algunas canciones no llegaba a los agudos. Pero me gustaría conocer al guapo capaz de cantarse una de los AC/DC sin recurrir posteriormente al efecto balsámico de la lizipaína. Y si estos dos son la biela que transmite el movimiento a las ruedas de la máquina, el motor de la locomotora son los tres de atrás: Malcolm Young, Cliff Williams y Phil Rudd. Impertérritos, con el gesto mayestático de una estatua, sin conceder ni una licencia al desenfreno y ante todo muy profesionales. El hermanísimo construyendo las canciones (Angus las decora) y los otros dos inventando la infernal base rítmica del grupo a base de cigarros. Pegados al micrófono, también eran los encargados de los efectivos coros en los estribillos, sin duda una de las marcas de la casa: puedes desconocer las letras de sus canciones, pero los estribillos los tendrás marcados en el cortex cerebral como huella indeleble de tu ADN. No son guapos ni lo pretenden, no se han doblegado a modas pasajeras y han huído de la balada como del cielo; honran a Chuck Berry, a los padres del blues y en general a la música negra. Tal vez por eso me gusten tanto. Dicen que Robert Johnson vendió su alma al diablo a cambio de interpretar el blues mejor que nadie.Los AC/DC le acompañaron y desde las calderas del infierno han facturado la banda sonora de mi vida.

Una foto del concierto: una vez recorrido todo el provocador que parte en dos la zona del público, Angus Young accedió a una plataforma situada justo en medio del estadio. En ella, mientras incitaba a la gente y desarrollaba uno de sus frenéticos solos, agitó violentamente su cuerpecillo del que salió proyectada una aureola de gotas de sudor, realzada por el trasluz de uno de los focos. Imagen “divina” del showman por excelencia. Lástima que mi cámara estuviera apagada y mis manos atareadas en cuernear.

Postdata: señores hosteleros de Barcelona. En los bares se sirve pan y la tortilla, a ser posible, en buen estado. Una sonrisa en vez de mala baba es recomendable. Y las tapas se comen en el bar, no se sirven en tuppers para que te las comas en la puta calle. Gracias.


AC/DC
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