viernes, 19 de enero de 2007

¿Pero alguien desea de verdad la paz?

Mientras media vida se me escapa por vía rectal a causa de los rigores de los virus y la otra media insiste en dejar de lado la felicidad para sustituirla por unas míseras satisfacciones puntuales, una pequeña parte de mi conciencia suspira por comprender el nuevo escenario que se nos presenta tras el último atentado de ETA. La política-vodevil que nos somete hace lo posible por condicionar mi opinión y hacerme entender la situación en clave electoralista. Comentaristas y filigraneros de la palabra tratan de interpretar los acontecimientos según las directrices del grupo mediático del que sean gregarios. Y a mi la información subvencionada o interesada no me va. Así que tendré que hacer mi propia composición de lugar.

ETA: ensimismada en su atalaya mitológica. Ajena a lo que se cuece en la sociedad que dice representar, tiene las santas narices de cargarse a dos obreros, otorgarles el rango de daños colaterales y aun encima aseverar que esta acción no pone en peligro el proceso de pacificación. Si su argumentación no diera miedo, daría risa. De psiquiatra.

BATASUNA: miedosa y tutelada. Sumisa al brazo militar al que no osa ni poner en cuestión. Sin credibilidad mientras no someta las armas al dictado de la política tal y como hizo el Sinn Fein con el IRA en el conflicto norirlandés. Más iniciativa, más cojones.

PSOE: buenas palabras y poca efectividad. La democracia es útil si se la llena de contenidos, ya que por sí sola no deja de ser un tratado de buenas intenciones. Y armarla de contenidos es, en primer lugar, aplicar la ley que teóricamente fiscaliza este estado. Que los presos cumplan sentencia en su lugar de origen y establecer la posibilidad de un futuro referéndum de autodeterminación en Navarra son dos preceptos que aparecen en la CONSTITUCIÓN y que hoy día son ignorados. Plantear que Euskadi pudiera aspirar igualmente a su propia autodeterminación no sería ninguna barbaridad y además una muestra de espíritu democrático, aunque esta posibilidad no aparezca en la sacrosanta “consti”. Más valentía y menos miedo al “qué dirán”.

VÍCTIMAS: merecedoras del respeto del que por ejemplo no gozaron las víctimas de cierto bando en el franquismo (mi abuelo incluido). Aunque algunas se empeñen en no ser las últimas y muten su dolor en apasionamiento político partidista (AVT), su duelo no ha de torpedear el camino hacia la pacificación. Y recordar que víctimas las hay en los dos lados. Más racionalidad y generosidad.

PP: instalado en el altozano del ultranacionalismo español y jaleado por sus hordas más fachas (aguiluchos y gritos “made in Fuerza Nueva” como “tranquila España, el pueblo se levanta” en la última manifestación de la AVT lo corroboran). Haciendo política de consumo interno y capaces de soliviantar al más pintado con la ayuda de la AVT, la COPE y demás organizaciones satélite, ponen bien a las claras que ni buscan la paz ni parece que la deseen. Lo único que buscan es perpetuar al malo de turno. Ese malo que inocule los miedos cotidianos tan necesarios para acojonar al personal (¡que viene ETA!, ¡que España se rompe!) y obligarle a buscar el referente heroico que le defienda (o sea, ellos, el súper PP) y ¡oh casualidad! permanecer alerta en la cabina de la esquina, bueno, más bien en las elecciones próximas, para representar su espectacular puesta en escena. Su cálculo es que con ETA activa, sus aspiraciones electorales son mayores (recordemos que en el 11-M la consigna “ha sido ETA-ganamos las elecciones” fue el motor de todo el paripé y el ridículo que representaron). Hay que pensar más en las generaciones venideras y no en las urnas. De pena.

Al final, con la tregua ocurre que entre todos la mataron y ella sola se murió. Y mientras no se den las condiciones óptimas para la pacificación, léase abandono de las armas por parte de ETA, ofensiva política por la de Batasuna y aplicación de todas las leyes por parte del gobierno (acercamiento de presos, referéndum en Navarra incluidas), ésta no será posible. Por muchas manifestaciones, condenas, muestras de solidaridad, diatribas, enfrentamientos, diálogos y debates que se den, será la valentía política la que finalmente deje expedito el camino hacia el fin del conflicto. A fin de cuentas, los grandes problemas no necesitan alardes retóricos que los hagan derrapar, sino discretas, concisas y contundentes soluciones políticas.

POSDATA: contemplando la “ópera bufa” que representaros PSOE y PP en su guerra de eslóganes para la manifestación de Madrid, no podía dejar de acordarme de la sublime escena de la peli “La vida de Brian” en la que los componentes del Frente Judaico de Liberación ponían a caer de un burro a los del Frente de Liberación de Judea ¡¡DISIDENTES!! Esto al menos era divertido. Lo otro da pena.

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